A lo
largo de la historia el vino ha servido como fuente de culto e inspiración para
una gran variedad de escritores, cada uno de ellos con su particular forma de
entender este particular caldo.
El
vino, al igual que la poesía en sí misma, puede
ser signo de celebración, una forma de expresión de la naturaleza a
través de la tierra, símbolo de gloria, e incluso una vía para acercarnos a los
mismísimos dioses. Pero también puede ser un símbolo de perdición para el
hombre, una bebida presente en las más vulgares de todas las tradiciones
humanas, o incluso un camino de perdición que lleva al hombre al encuentro de
sus más bajos deseos.
El
vino, por lo tanto, presenta esta dualidad tan excepcional, unión de cielo y
tierra que, al igual que la poesía, es libre de interpretación y hace que a lo
largo de toda la historia los poetas y prosistas se hayan convertido en sus
apasionados más fieles. Tal vez fuera en esto en lo que pensaba Mario Soldati cuando escribió la frase que da nombre a este blog: “el vino…es la poesía de la tierra”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario