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martes, 30 de abril de 2013

"El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, en tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida." 

Hipócrates ( 460 - 377 a.C. )

Recopilatorio de Jotas y Coplas

1.      En La Rioja no hay tranvías,
Tampoco tenemos metro,
Pero tenemos un vino
Que resucita a los muertos.

2.      En La Rioja, los riojanos,
Cuando un forastero llega,
Para hacerle los honores
Lo llevan a la bodega.

3.      Con esto de la filoxera
Se acabó el vinillo rico.
Si el agua me da dentera
¿Con qué he de mojar el pico
Al echar la rabalera?

4.      ¡Ay! Las bodegas de Haro
Las tienen que quemar;
Se muere mucha gente
Del vino artificial.

5.      Vino que del cielo vino
Vino con tanto primor
Que al hombre sin saber letras
Lo hizo predicador.

6.      La vena que el vino da
No se acabó en esta tierra
Ni espero se acabará
Mientras haya vino en ella.

7.      El agua arrasa los campos,
Arruina puentes y pueblos;
¿Cuándo el vino ha producido
Tan terribles desafueros?

8.      Dando chupadas a un pito,
Y ante una frasca de añejo,
Un viejales murmuraba
“ Y todo lo demás es cuento!”

9.      Un “fresco” puso una tasca
A las puertas del Infierno
Y el Diablo se quedó sólo
Maldiciendo al tabernero.



Me quedé con mal sabor de boca por haber hecho la entrada de la semana pasada que hablaba sobre el vino en la música, poniendo un grupo moderno y del nuevo mundo, cuando el vino lleva presente en la cultura popular de los países tradicionalmente productores desde hace muchísimo tiempo.

Con el fin de enmendar mi error, y no herir sentimientos patrios de ninguna clase, esta entrada es una recopilación de Jotas y Coplas tradicionales de La Rioja, en la que se pueden encontrar temáticas del todo variadas, pero siempre con ese halo de tradición y arraigamiento de la cultura vitivinicola en la vida y cultura de las gentes.

En la selección se aprecia que no siempre que el vino aparece en la cultura popular tiene que hacerlo como algo positivo: parte de esa cultura también se ha inspirado (y sigue haciéndolo), en tirar piedras contra el tejado del vecino, como es el caso de la copla número 4, en la que critica los vinos de Haro, y que probablemente fuera escrita en alguna localidad próxima también productora de vino. Esta copla en concreto surgió cuando en la década de 1880 se aprobó una ley que grababa la importación de alcoholes franceses con un impuesto especial. Esto, junto al hecho de que durante esa época de apogeo económico del vino algunos comerciantes y bodegueros adulteraban vinos con agua, alcohol, o incluso tintes, dio lugar a la copla, seguramente por parte de algún francés perjudicado.

También podemos hacer especial referencia a la copla número 3, que se sale un poco de la tipicidad temática, y habla de un concepto histórico como es la aparición de la filoxera, y dándonos a entender que el vino no ha sido igual de bueno desde entonces. Esto último en concreto puede ser motivo de reflexión a un nivel más técnico que el meramente poético: ¿Realmente puede haber tanta diferencia entre vinos producidos con la uva procedente de viñedos con pie franco, o es simplemente una resistencia al cambio de las cosas por parte del que escribió la copla?. Para los amantes del vino que no hemos tenido la suerte o desgracia de nacer en tiempos anteriores a la filoxera esto seguirá siendo un misterio.

"Un vino es la más sana e higiénica de las bebidas"
Luis Pasteur


Rana al mosquito

Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua». 

sea clara, limpia y pura;
pues aun con cuanto mormura,
menos mal dice que hace.
Nadie quiero que me cace;
morir quiero en mi garlito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua». 


y, para que más te corras,
en vino hay lobos y zorras
y aves, como yo, a las veces.
En cueros hay pez y peces:
todo cabe en mi distrito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua». 


pues que mi muerte disfamas;
y si borracho me llamas,
yo te llamaré aguanosa.
Tú en los charcos enfadosa;
yo en las bodegas habito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua». 


grito de cienos y lodos,
pues tragándome a mí todos,
nadie te puede tragar?
Cantora de muladar,
yo soy luquete bendito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua». 


y en los sótanos más frescos,
ruiseñor de los tudescos,
sin acicate ni tuba.
Yo estoy siempre en una cuba,
y tú estás siempre en un grito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».


Caspa de las azumbres más sabrosas,
Que porque el fuego tiene mariposas,
Queréis que el mosto tenga marivinos.


Aves luquetes, átomos mezquinos,
Motas borrachas, pájaras vinosas,
Pelusas de los vinos envidiosas,
Abejas de la miel de los tocinos,


Liendres de la vendimia, yo os admito
En mi gaznate pues tenéis por soga
Al nieto de la vid, licor bendito.


Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
Que bebiéndoos a todos, me desquito
Del vino que bebistes y os ahoga.


Agua no me satisface,
En el agua hay solos peces;
No te he de perdonar cosa,
¿Qué tienes tú que tratar,
Yo soy ángel de la uva,

Francisco de Quevedo



El sentido de este poema es claro, y su mensaje se repite constantemente a lo largo del mismo: "mejor es morir en el vino que vivir en el agua". En esta poesía el vino aparece como algo divertido, que rompe la rutina de la rana que no es otra que vivir en el agua. A lo largo de todo el texto podemos ver una comparación entre vino y agua, en la que sin duda alguna el ganador es el vino, ya que en el se puede encontrar potenciada cualquier virtud del agua (si es que las hubiera).

La posición de Quevedo respecto al vino me parece una de las más directas a la vez que complejas: mientras que otros poetas divagan sobre la función o propiedades, celestiales o terrenales, que puede tener un vino, en la poesía de Quevedo parece ser algo que simplemente existe y hay que disfrutar de ello. Lo particular de estas poesías es que pese a ser el vino tratado como un hecho, y no como algo sobrenatural, Quevedo no deja de transmitir el gran amor que sentía por esta bebida, llegando a parecer a veces, por el alto contenido metafórico, que es una bebida que escapa del alcance de los hombres, aunque el significado nos de a entender lo contrario. Otro ejemplo de esto es la siguiente poesía:


Tudescos Moscos de los sorbos finos,
Caspa de las azumbres más sabrosas,
Que porque el fuego tiene mariposas,
Queréis que el mosto tenga marivinos.


Aves luquetes, átomos mezquinos,
Motas borrachas, pájaras vinosas,
Pelusas de los vinos envidiosas,
Abejas de la miel de los tocinos,


Liendres de la vendimia, yo os admito
En mi gaznate pues tenéis por soga
Al nieto de la vid, licor bendito.


Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
Que bebiéndoos a todos, me desquito
Del vino que bebistes y os ahoga.




sábado, 13 de abril de 2013

"Si los amantes del vino y del amor van al infierno, vacío debe estar el paraíso"
Omar Khayyam

The wine song

Song and melodies change and change
And sway 
But they still stay the same 
The songs that we sung when the dark days come 
Are the songs that we sung when we chased them away 
If I ever found a pot of gold
I'd buy bottles untold of the nectar of the vines 
I'm going to die with a twinkle in my eye 'cause 
I sung songs spun stories loved laughed and drank wine


In summer the bushfires rage and rage  Oh what a beautiful day today! 
And rage 
Today's a day to celebrate 



Tomorrow is another day 
The cats are out to play, to play 
That old rusty spaceship wants to sail 
Into the milky way again 
On a river of red red wine

Run...
(let's have some) 
Fun... 
(we'll) 
Drink... 
(a toast to the)
Sun...

On such beautiful days 
And we fight them with water that runs through the cracks
Water we're desperately trying to save
So I'll just live on wine and water my vines 
And sleep on the wind with the fires right behind 
And sing on the beaches and dance through the night
Oh we'll cry 'pass the wine, pass the wine, pass the wine'


Run...
(let's have some) 
Fun... 
(we'll) 
Drink... 
(a toast to the)
Sun...

Grab your bucket, grab your spade 
We're heading down to Half Moon Bay
I saw a plane go into a cloud
I'm drunk I'm happy I'm singing and loud
Two o'clock in the arvo, but hey that's allowed...
I'm having a good time and of that I am proud

The Cat Empire





La música es otra forma de poesía (acompañada por instrumentos), y por lo tanto siempre habrá sitio para ella en este blog.

Es por todos sabido que el vino ha tenido un peso muy importante en la música tradicional, sobre todo en los países tradicionalmente productores, pero esta canción del grupo australiano de ska-jazz "The Cat Empire" me ha parecido digna de publicación por varios motivos:

El primero de todos es poner un acento en el hecho de que música y poesía muchas veces han ido de la mano, hasta el punto de no saber en muchas ocasiones donde está la línea en la que termina una y empieza la otra.

Por otra parte también me ha parecido interesante el hecho de poner de manifiesto que, si bien en menor medida que en tiempos pasados, el vino sigue presente en la música moderna.

Otro motivo que a mi parecer es curioso, es el hecho de que la banda que compone e interpreta esta canción es de origen australiano, lo cual pone de manifiesto el poderío con el que el vino se está instaurando en los países del nuevo mundo, que han pasado de ser unos países con una producción muchísimo menor que la de los países tradicionalmente productores a, en relativamente pocos años, aumentar muy considerablemente su nivel de producción y competencia.

En cuanto a la letra en sí, no se trata más que de una declaración de intenciones; Da igual lo que pase a tu alrededor, hay cosas que nunca cambian, y entre ellas se encuentra el vino. El autor de la obra piensa beberse todo el vino que encuentre, piensa salir a divertirse, brindar por las cosas bellas, y celebrar que cada día es un nuevo tesoro. Esta declaración es firme, no admite lugar a dudas o cambios, y además es un hecho del que se siente orgulloso.


"El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte"
George Brassens

La vid

Parece que dormitan, retorcidas,
deformadas sus ramas por la tierra,
traspasadas por el sol, en viejos campos
que en épocas remotas, por septiembre,
fueron vid primera en la memoria.

Parece que dormitan, sin embargo,
crecen y crecen tierra abajo,
afianzando la acechanza continua
de un olvido. Fantasma de la noche
en que la luna su mirada desgarra.

Parece que dormitan, y no alcanzan
sus toscas ramas por el medio día;
y la vista reposa en cada hoja.
Más translúcidas - perlas verderonas-,
ya se asoman prudentes por el sueño.

Parece que dormían, hasta estallan,
refulgen, aparecen, regresan del verano,
y a pesar del silencio de la tarde,
reclaman y reprochan el olvido
de saberse doradas, licuadas... bendecidas.

Inés María Guzmán




Esta poesía de Inés María Guzmán habla de la vid en sí misma, y no del vino, como si se tratara de un ave fénix capaz de resurgir de sus cenizas al llegar la primavera.

La cepa, al inicio del poema, se presenta como un triste recuerdo de lo que en un día fue. Un ser que en septiembre estaba rodeado de gloria, y en pleno esplendor ahora se presenta como un ser dormido, lúgubre o incluso fantasmagórico con la apariencia de haber sido maltratado por la misma tierra o por el mismo sol que en su día le concedieron su gloria momentánea.

Sin embargo, la vid, en apariencia durmiente, tan sólo espera su oportunidad para poder resurgir de nuevo: ahonda aún más sus raíces en la tierra que la vio nacer, a la espera de la llegada de la primavera, su oportunidad dorada, para poder alzarse de nuevo en todo su esplendor  como si hubiera sido bendecida con el mayor de los dones.

Esta poesía, en mi opinión, es especialmente bonita porque relaciona lo efímero con lo eterno, como es la misma naturaleza de la vid (y la vida misma), que a lo largo de su ciclo natural reposa en invierno y pierde la gloria de días pasados, tan sólo para poder volver con más fuerza en la primavera siguiente.

viernes, 8 de marzo de 2013

"Un día sin vino es un día sin sol"
Frase típica de la provenza

Estatuto del vino


Cuando a regiones, cuando a sacrificios
manchas moradas como lluvias caen,
el vino abre las puertas con asombro,
y en el refugio de los meses vuela
su cuerpo de empapadas alas rojas.

Sus pies tocan los muros y las tejas
con humedad de lenguas anegadas,
y sobre el filo del día desnudo
sus abejas en gotas van cayendo.

Yo sé que el vino no huye dando gritos
a la llegada del invierno,
ni se esconde en iglesias tenebrosas
a buscar fuego en trapos derrumbados,
sino que vuela sobre la estación,
sobre el invierno que ha llegado ahora
con un puñal entre las cejas duras.

Yo veo vagos sueños,
yo reconozco lejos,
y miro frente a mí, detrás de los cristales,
reuniones de ropas desdichadas.

A ellas la bala del vino no llega,
su amapola eficaz, su rayo rojo
mueren ahogados en tristes tejidos,
y se derrama por canales solos,
por calles húmedas, por ríos sin nombre,
el vino amargamente sumergido,
el vino ciego y subterráneo y solo.

Yo estoy de pie en su espuma y sus raíces,
yo lloro en su follaje y en sus muertos,
acompañado de sastres caídos
en medio del invierno deshonrado,
yo subo escalas de humedad y sangre
tanteando las paredes,
y en la congoja del tiempo que llega
sobre una piedra me arrodillo y lloro.

Y hacia túneles acres me encamino
vestido de metales transitorios,
hacia bodegas solas, hacia sueños,
hacia betunes verdes que palpitan,
hacia herrerías desinteresadas,
hacia sabores de lodo y garganta,
hacia imperecederas mariposas.

Entonces surgen los hombres del vino
vestidos de morados cinturones
y sombreros de abejas derrotadas,
y traen copas llenas de ojos muertos,
y terribles espadas de salmuera,
y con roncas bocinas se saludan
cantando cantos de intención nupcial.

Me gusta el canto ronco de los hombres del vino,
y el ruido de mojadas monedas en la mesa,
y el olor de zapatos y de uvas
y de vómitos verdes:
me gusta el canto ciego de los hombres,
y ese sonido de sal que golpea
las paredes del alba moribunda.

Hablo de cosas que existen, Dios me libre
de inventar cosas cuando estoy cantando!
Hablo de la saliva derramada en los muros,
hablo de lentas medias de ramera,
hablo del coro de los hombres del vino
golpeando el ataúd con un hueso de pájaro.

Estoy en medio de ese canto, en medio
del invierno que rueda por las calles,
estoy en medio de los bebedores,
con los ojos abiertos hacia olvidados sitios,
o recordando en delirante luto,
o durmiendo en cenizas derribado.

Recordando noches, navíos, sementeras,
amigos fallecidos, circunstancias,
amargos hospitales y niñas entreabiertas:
recordando un golpe de ola en cierta roca,
con un adorno de harina y espuma,
y la vida que hace uno en ciertos países,
en ciertas costas solas,
un sonido de estrellas en las palmeras,
un golpe del corazón en los vidrios,
un tren que cruza oscuro de ruedas malditas
y muchas cosas tristes de esta especie.

A la humedad del vino, en las mañanas,
en las paredes a menudo mordidas por los días de invierno
que caen en bodegas sin duda solitarias,
a esa virtud del vino llegan luchas,
y cansados metales y sordas dentaduras,
y hay un tumulto de objeciones rotas,
hay un furioso llanto de botellas,
y un crimen, como un látigo caído.

El vino clava sus espinas negras,
y sus erizos lúgubres pasea,
entre puñales, entre mediasnoches,
entre roncas gargantas arrastradas,
entre cigarros y torcidos pelos,
y como ola de mar su voz aumenta
aullando llanto y manos de cadáver.

Y entonces corre el vino perseguido
y sus tenaces odres se destrozan
contra las herraduras, y va el vino en silencio,
y sus toneles, en heridos buques en donde el aire muerde
rostros, tripulaciones de silencio,
y el vino huye por las carreteras,
por las iglesias, entre los carbones,
y se caen sus plumas de amaranto,
y se disfraza de azufre su boca,
y el vino ardiendo entre calles usadas,
buscando pozos, túneles, hormigas,
bocas de tristes muertos,
por donde ir al azul de la tierra
en donde se confunden la lluvia y los ausentes.

Pablo Neruda




"Estatuto del vino" narran la odisea personal del vino, como si de un ser vivo se tratara: el poema comienza alabando al vino como una bebida capaz de abrirnos la puerta a nuevos horizontes e incluso de llevarnos volando a ellos con sus "empapadas alas rojas". Sin embargo, estas promesas de libertad se ven rápidamente truncadas cuando el vino cae en las manos de hombres desdichados que lo apartan de su noble destino.

El poema llora por el triste destino del vino, que amargamente sigue su camino hasta encontrarse con los "hombres del vino". Estos hombres del vino, al contrario que los hombres desdichados de su anterior encuentro, despiertan en el vino una emoción positiva: "Me gusta el canto ronco de los hombres del vino, y el ruido de mojadas monedas en la mesa". Por desgracia, el yo poético descubre en esta etapa de su viaje que cuando se abusa del vino se pierde la alegría y quedan "copas llenas de ojos muertos, y terribles espadas de salmuera".

El poeta, ebrio, prosigue con una reflexión sobre su vida desde un punto de vista amargo y hostil. Conforme avanza el poema el poeta pasa de simplemente narrar cosas que han sido a tratar al vino como una bebida perversa con "espinas negras", "erizos lúgubres" y "puñales".

Ante esta perspectiva el poeta trata de escapar de tales pensamientos y poco a poco va volviendo a la realidad, en la que el vino simplemente fluye y sigue su curso hacia "el azul de la tierra", para iniciar nuevamente el ciclo, confundiéndose con "la lluvia y los ausentes".

domingo, 3 de marzo de 2013

"Donde no hay vino no hay amor"
Eurípedes

El alma del vino

Cantó una noche el alma del vino en las botellas:
«¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
Un cántico fraterno y colmado de luz!»

Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,
Penar y sudar bajo un sol abrasador,
Para engendrar mi vida y para darme el alma;
Mas no seré contigo ingrato o criminal.

Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
En la boca del hombre al que agota el trabajo,
y su cálido pecho es dulce sepultura
Que me complace más que mis frescas bodegas.

¿Escuchas resonar los cantos del domingo
y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?
De codos en la mesa y con desnudos brazos
Cantarás mis loores y feliz te hallarás;

Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;
Devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,
Siendo para ese frágil atleta de la vida,
El aceite que pule del luchador los músculos.

Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,
Raro grano que arroja el sembrador eterno,
Porque de nuestro amor nazca la poesía
Que hacia Dios se alzará como una rara flor!»

Charles Baudelaire




Esta poesía de Baudelaire trata al vino como un ser con conciencia propia cuyo destino es ser bebido por los hombres. El vino en este cántico se presenta como un ser encarcelado en una botella que ha sido creado por el trabajo de los hombres, y que anhela sobre todas las cosas ser bebido, puesto que ese es su cometido. 

El propio vino, en agradecimiento por ver cumplidos sus sueños se ofrece a hacer feliz a cualquiera que lo pruebe, a otorgar salud o incluso a ayudarle a encontrar el amor de una mujer. 

Además de esto, el vino también aparece, como en tantas otras poesías, como una figura generadora de poesía en el corazón de los hombres.

sábado, 23 de febrero de 2013

"Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino"
Pío Baroja

La Rioja

A La Rioja voy,
¡Qué triste estoy!...
De La Rioja vengo...
¡Qué pedo tengo!

Cancionero popular


Estas lineas ponen de manifiesto el estrecho vínculo existente en la cultura popular entre el vino y la zona vitícola del qué este procede (La Rioja en este caso). En este cancionero se trata al vino no desde un punto de vista sofisticado, divino o mágico, sino como una bebida para la gente corriente, destacando en este caso las propiedades embriagadoras del mismo.
En esta copla la figura del vino aparece como un emblema de La Rioja que hace que el visitante quede enamorado de la región, incluso cuando éste no quería visitarla en un principio.

viernes, 22 de febrero de 2013

martes, 19 de febrero de 2013

Loa al vino

¿Por qué vendes tu vino mercader?
¿Qué pueden darte a cambio de tu vino?
¿Dinero? ¿Poder? ¿Pues no eres el dueño del mundo
cuando tienes en tus manos una copa?
¿Riqueza? ¿Hay alguien más rico que tú,
que en tu copa tienes oro,
rubíes, perlas y sueños?
¿Amor? ¿No sientes arder la sangre 
en tus venas cuando la copa besa tus labios?
¿No son los besos del vino tan dulces como
los más ardorosos de la huri?
Pues si todo lo tienes en el vino, dime 
mercader, ¿por qué lo vendes?

Poeta, porque haciendo llegar a todos 
mi vino, doy poder, riquezas, sueños y amor;
porque cuando estrechas en tus brazos a la
amada me recuerdas; porque cuando quieres
desear felicidad al amigo, levantas tu copa;
porque Dios cuando bendijo el agua
la transformó en vino, y porque cuando bendijo
el vino se transformó en sangre...
Si te ofrezco mi vino..., poeta,
¡No me llames mercader!

Omar Khayyam (o Jayyam, 1048-1122)


En esta obra, Khayyam trata al vino como al más preciado de los bienes que puede tener un hombre. Aquél que posea una copa de vino será también poseedor de las mejores de las virtudes, y se situará por encima de los mismísimos reyes, puesto que el vino no sólo aporta riqueza y poder, sino que también es generador de sueños, de vida o incluso de unión con lo divino al compararlo con los besos de la huri (las vírgenes que esperan, según la religión islámica en el paraíso).

Por lo tanto en esta poesía se da a entender que el vino es algo que trasciende al hombre, y que el hombre que lo posea tendrá en sus manos el mayor de todos los bienes, puesto que el vino tiene el poder de hacer que un simple mercader sea capaz de regalar mucho más que cualquier otro hombre de la tierra. El vino es mucho más que una mercancía.

El vino es poesía


A lo largo de la historia el vino ha servido como fuente de culto e inspiración para una gran variedad de escritores, cada uno de ellos con su particular forma de entender este particular caldo.

El vino, al igual que la poesía en sí misma, puede  ser signo de celebración, una forma de expresión de la naturaleza a través de la tierra, símbolo de gloria, e incluso una vía para acercarnos a los mismísimos dioses. Pero también puede ser un símbolo de perdición para el hombre, una bebida presente en las más vulgares de todas las tradiciones humanas, o incluso un camino de perdición que lleva al hombre al encuentro de sus más bajos deseos.

El vino, por lo tanto, presenta esta dualidad tan excepcional, unión de cielo y tierra que, al igual que la poesía, es libre de interpretación y hace que a lo largo de toda la historia los poetas y prosistas se hayan convertido en sus apasionados más fieles. Tal vez fuera en esto en lo que pensaba Mario Soldati cuando escribió la frase que da nombre a este blog:  “el vino…es la poesía de la tierra”.