desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
sea clara, limpia y pura;
pues aun con cuanto mormura,
menos mal dice que hace.
Nadie quiero que me cace;
morir quiero en mi garlito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
y, para que más te corras,
en vino hay lobos y zorras
y aves, como yo, a las veces.
En cueros hay pez y peces:
todo cabe en mi distrito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
pues que mi muerte disfamas;
y si borracho me llamas,
yo te llamaré aguanosa.
Tú en los charcos enfadosa;
yo en las bodegas habito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
grito de cienos y lodos,
pues tragándome a mí todos,
nadie te puede tragar?
Cantora de muladar,
yo soy luquete bendito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
y en los sótanos más frescos,
ruiseñor de los tudescos,
sin acicate ni tuba.
Yo estoy siempre en una cuba,
y tú estás siempre en un grito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
Caspa de las azumbres más sabrosas,
Que porque el fuego tiene mariposas,
Queréis que el mosto tenga marivinos.
Aves luquetes, átomos mezquinos,
Motas borrachas, pájaras vinosas,
Pelusas de los vinos envidiosas,
Abejas de la miel de los tocinos,
Liendres de la vendimia, yo os admito
En mi gaznate pues tenéis por soga
Al nieto de la vid, licor bendito.
Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
Que bebiéndoos a todos, me desquito
Del vino que bebistes y os ahoga.
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
sea clara, limpia y pura;
pues aun con cuanto mormura,
menos mal dice que hace.
Nadie quiero que me cace;
morir quiero en mi garlito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
y, para que más te corras,
en vino hay lobos y zorras
y aves, como yo, a las veces.
En cueros hay pez y peces:
todo cabe en mi distrito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
pues que mi muerte disfamas;
y si borracho me llamas,
yo te llamaré aguanosa.
Tú en los charcos enfadosa;
yo en las bodegas habito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
grito de cienos y lodos,
pues tragándome a mí todos,
nadie te puede tragar?
Cantora de muladar,
yo soy luquete bendito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
y en los sótanos más frescos,
ruiseñor de los tudescos,
sin acicate ni tuba.
Yo estoy siempre en una cuba,
y tú estás siempre en un grito.
Dijo a la rana el mosquito
desde una tinaja:
«Mejor es morir en el vino
que vivir en el agua».
Caspa de las azumbres más sabrosas,
Que porque el fuego tiene mariposas,
Queréis que el mosto tenga marivinos.
Aves luquetes, átomos mezquinos,
Motas borrachas, pájaras vinosas,
Pelusas de los vinos envidiosas,
Abejas de la miel de los tocinos,
Liendres de la vendimia, yo os admito
En mi gaznate pues tenéis por soga
Al nieto de la vid, licor bendito.
Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
Que bebiéndoos a todos, me desquito
Del vino que bebistes y os ahoga.
Agua
no me satisface,
En
el agua hay solos peces;
No
te he de perdonar cosa,
¿Qué
tienes tú que tratar,
Yo
soy ángel de la uva,
Francisco de Quevedo
El sentido de este poema es claro, y su mensaje se repite constantemente a lo largo del mismo: "mejor es morir en el vino que vivir en el agua". En esta poesía el vino aparece como algo divertido, que rompe la rutina de la rana que no es otra que vivir en el agua. A lo largo de todo el texto podemos ver una comparación entre vino y agua, en la que sin duda alguna el ganador es el vino, ya que en el se puede encontrar potenciada cualquier virtud del agua (si es que las hubiera).
La posición de Quevedo respecto al vino me parece una de las más directas a la vez que complejas: mientras que otros poetas divagan sobre la función o propiedades, celestiales o terrenales, que puede tener un vino, en la poesía de Quevedo parece ser algo que simplemente existe y hay que disfrutar de ello. Lo particular de estas poesías es que pese a ser el vino tratado como un hecho, y no como algo sobrenatural, Quevedo no deja de transmitir el gran amor que sentía por esta bebida, llegando a parecer a veces, por el alto contenido metafórico, que es una bebida que escapa del alcance de los hombres, aunque el significado nos de a entender lo contrario. Otro ejemplo de esto es la siguiente poesía:
Tudescos Moscos de los sorbos finos,
Caspa de las azumbres más sabrosas,
Que porque el fuego tiene mariposas,
Queréis que el mosto tenga marivinos.
Aves luquetes, átomos mezquinos,
Motas borrachas, pájaras vinosas,
Pelusas de los vinos envidiosas,
Abejas de la miel de los tocinos,
Liendres de la vendimia, yo os admito
En mi gaznate pues tenéis por soga
Al nieto de la vid, licor bendito.
Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
Que bebiéndoos a todos, me desquito
Del vino que bebistes y os ahoga.
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